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Descubriendo el nuevo mundo

Reporteros en cada barrio

Hace cinco años Jesús Canga Larequi, doctor en Ciencias de la Información, afirmaba que son los profesionales los que deben dotar de contenido todo 'sitio' en la red que tenga carácter periodístico; como única forma de garantizar la calidad, objetividad, veracidad y credibilidad de la información. Frente a esta concepción, hace unos días el escritor y periodista Javier Candeira alababa los weblogs como una nueva forma de comunicación, pues con ellos el ciudadano reproduce las informaciones de su entorno, se convierte en una voz más que contribuye a la democratización de la sociedad mediática.

La tendencia que se ha ido acentuando es esta última, la participación del público en la elaboración de la información frente a los grandes grupos mediáticos, con el objetivo de reforzar la democracia a través de una información independiente, fidedigna, precisa y relevante. Así lo confirman experiencias como el correo electrónico, los foros, los chat y medios con amplia audiencia como: Periodista Digital; el diario 20 minutos en el que destaca su sección local ‘Los lectores informan’ con pequeñas noticias de barrio facilitadas por ellos y en algunos casos complementadas por el periodista; el recién nacido diario Qué, elaborado por los propios lectores que pueden crear su blog e informar de los acontecimientos que le interesan; y la Enciclopedia Wikipedia, elaborada por los propios usuarios quienes modifican sus artículos y cuya importancia radica en que es utilizada por los propios medios como fuente de información.

La máxima expresión del periodismo participativo son los weblogs o bitácoras, que potencian la relación entre la prensa y el ciudadano, sirven incluso de observatorio de los propios medios, y contribuyen a la formación de un ciudadano más crítico y demandante de una información de calidad. Es el único medio que permite hacer una comunicación totalmente horizontal y sin límites. Su punto negro es así mismo su rasgo más laureado: todos pueden publicar, esto puede llevar a la aparición de mensajes inadecuados o hirientes pero no catapulta de ninguna forma su fin último: que haya más voces que las del poder que maneja los medios.

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